jueves, 27 de noviembre de 2014

Reseña de un poema jamás escrito




En las palabras iniciales de la obra
la autora sostiene que la tierra es pequeña,
en cambio el cielo es grande hasta la exageración,
y en él hay, cito literalmente, «más estrellas de lo debido».

La descripción del cielo denota perplejidad,
la autora se pierde en espacios sobrecogedores,
la inercia de tanto planeta la impacta
y, acto seguido, en su mente (imprecisa, justo es decirlo)
comienza a formularse la pregunta:
¿estamos solos
bajo la capa del sol y de todos los soles del universo?

¡A pesar del cálculo de probabilidades!
Y de la convicción hoy universalmente compartida!
¡En contra de las irrefutables pruebas que de un momento a otro
caerán en poder del hombre! ¡Ay, la poesía!

Por de pronto nuestra vate vuelve a ser tierra,
planeta que puede «seguir su curso sin testigos»
la única «ciencia ficción que el cosmos puede permitirse».
La desesperación de Pascal (1623-1662, la nota es mía),
según la autora, no halla rival
en ninguna, digamos, Andrómeda ni Casiopea.
La exclusividad magnifica y obliga,
de ahí el problema acerca de cómo vivir, etcétera,
puesto que «el vacío no lo solucionará por nosotros».
«Dios mío», clama el hombre a Sí Mismo,
«ten piedad de mí, ilumíname»…

Atormenta a la autora la idea de una vida derrochada,
como si la vida contara con reservas sin fondo.
De las guerras, siempre —en su provocadora opinión—
derrotas de ambos bandos.
De la «brutestatalidad» (sic) de la gente para con la gente.
La obra exhala una intención moralista que
en pluma menos ingenua tal vez hubiera resultado luminosa.

Por desgracia, no es así. La tesis, tremendamente osada
(¿acaso estamos solos
bajo la capa del sol y de todos los soles del universo?),
está planteada con un estilo descuidado
(una mezcla de sublimidad y lenguaje cotidiano),
que abre un interrogante: ¿a quién convencerá?
A nadie, seguro. Con lo dicho basta.


En El gran número (1976) de Wisława Szymborska.
Traducción: Jerzy Sławomirski y Ana María Moix.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Por qué me gusta Meryl Streep?



Para los que me conocen no es un secreto mi gusto y mi fascinación de Meryl Streep. Es demasiado evidente, salta a la vista.

Pero ¿por qué me gusta tanto?

No es solo porque, para mí, sea hermosa. No. Es quizás, luego de una profunda reflexión, de interiorizar varias cosas, que representa lo que admiro de una mujer. Profesional, inteligente, exigente con lo que hace, llena de carisma, apasionada. Así, a grandes rasgos, me gusta una mujer.

Perdonen pues, quienes leen -de vez en cuando- lo que se publica -de vez en cuando- es este espacio virtual. Pronto volveremos con nuestra programación habitual.