jueves, 25 de enero de 2018

Las heridas ocultas que llevamos

Tomado de aquí


"Ser escritor significa detenerse en las heridas ocultas que llevamos en nuestro interior, de cuya existencia, como mucho, tenemos una ligera idea, descubrirlas y conocerlas pacientemente, sacarlas bien a la luz y convertir esas heridas y sufrimientos en una parte de nuestra escritura y nuestra personalidad que abrazamos conscientemente"

Orhan Pamuk

domingo, 21 de enero de 2018

Historias de seres anónimos IV



Esos dos que bailan escondidos en el centro de la pista no son una pareja de novios o de amantes. Sí, lo parecen, porque se nota en la forma en que se miran, esa manera de moverse, esa cadencia y esa sincronía. Eso no es gratuito.

Bailan una salsa suave, una canción reservada para personas que tienen entre sí un nivel elevado de confianza. Pero estos dos en particular no son pareja. Pudieron llegar a serlo, pero eso es pasad, periódico de ayer que nadie procura ya leer.

Hubo muchas chispas cuando se conocieron. Alguien en común los presentó en un restaurante, intercambiaron números, se llamaron, se vieron, salieron. Las cosas parecían haber salido bien para quien actuó de celestina.

Pasaron varias tardes recostados en una cama comiendo chucherías, de esas que no nutren nada el cuerpo pero que son, a veces, tan necesarias para la felicidad de dos personas resignadas a engordar.

Todo parecía ir muy bien.

Pero hemos llegado a ese momento de la narración donde nos encontramos con un "pero". El de estos dos seres humanos fue la desconfianza, la incapacidad de preguntar, de manera abierta las dudas e interrogantes. El error fue suponer. Ella creyó que él, a pesar de la evidencia, era un hombre casado y sin atreverse a confirmar, se alejó porque mejor así, antes de comprometer aún más los sentimientos.

Él, al notar que ella le huía y lo evitaba, al constatar que no respondía sus mensajes, que no contestaba sus llamadas y que cada vez eran más escasos los momentos juntos, decidió tomar también otro rumbo.

Tiempo después él comenzó a salir con alguien, ella encontró a otro hombre. Cada cual pensó que sus caminos no se cruzarían. Hasta esta noche que se encontraron por casualidad en una discoteca. Están bailando, ya actualizaron los hechos de los últimos meses y se saben lejos el uno del otro. Tal vez podemos engañarnos a nosotros mismos, pero no a nuestros cuerpos: los de esta pareja que ya no es pareja se sienten aún cercanos, se saben aún los recorridos de la piel y el deseo. Lo que nadie sabe es que la canción que está terminando es la última oportunidad que tienen para repensarlo todo y tal vez seguir. Ambos dan un giro lento, suave, él le da las gracias, ella le sonríe, se van. Fragilidad.

miércoles, 10 de enero de 2018

Los libros de 2017



Es probable que a diez días de haber iniciado este nuevo año sea algo tarde para aprovechar y hacer balance del anterior. Sin embargo, dado que este recuento también le interesa a otra persona en el mundo (Hola Andrea), me sentiría mal por no hacerlo. Fueron 56 libros los que leí el año pasado, todo seguido por goodreads.

El primer libro del año fue la Antología de grandes reportajes colombianos que compiló Daniel Samper Pizano, que recoge una buena selección publicada en diarios y revistas de material que aún hoy en día se usa para enseñar periodismo en las universidades. "El día en que llovieron plátanos"  de Ernesto McCausland Sojo y "Caracas sin agua" de García Márquez son piezas memorables. Leer estos reportajes sirvió para recordar que quizás, uno de los oficios o labores más bellas del periodismo es narrar mucho más allá de los hechos noticiosos.

También leí Retrato en sangre de John Katzenbach, motivado por la lectura de El Psicoanalista. Este libro quizás no tenga la fuerza y el enganche, más bien es medio flojo a momentos, pero fue entretenido en últimas. Como para pasar el tiempo.

La mamá de una de mis mejores amigas me prestó Y las montañas hablaron de Khaled Hosseini, un libro que duró cerca de cuatro meses en mi mesa de noche hasta que tomé el impulso de leerlo de una buena vez por todas. Una historia muy linda, que sigue el curso de dos hermanos que se separan desde muy pequeños. Memorable.

En 2017 se dio la oportunidad de releer Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, un libro que revela mucho sobre nosotros, nuestra humanidad. Una historia que llega a abrirnos los ojos sobre la manera cómo nos movemos por el mundo, lo invisible que se tornan algunas cosas que parecen básicas. Una bella pero estremecedora fábula.

También leí Mientras escribo de Stephen King, un libro compuesto por varios textos en los que el maestro del terror habla sobre sus pulsiones al momento de asumir la escritura, la experiencia de los primeros años, la vida como docente, algunos de sus demonios, la escritura como puente y salvación.

Leí cositas varias sobre escritura. Libros con selección de consejos de escritores, una guía para mejorar la escritura de ficción de una de las escuelas de Estados Unidos. Seda de Baricco, de nuevo, por segunda vez, siempre hay que volver a la sencillez poética de esas líneas. Los textos de escritura de Murakami. La belleza y la simpleza de la prosa de Evelio Rosero en Los Ejércitos, la historia de ese hombre viejo que vive en un pueblo perdido en medio de la violencia colombiana. Muchos cómics, batallas de héroes, seres poderosos en su intento fallido de conquistar el universo. Pecado de Laura Restrepo, una publicación que quería leer desde mitad de año y que llegó a mí gracias a un accidentado regalo, fue el libro de cerrar el 2017.

Espero que el 2018 venga con nuevos destinos literarios. Espero terminar en algún momento la colección de cuentos de Raymond Carver que empecé a leer a mitad de año. Espero avanzar con la lectura de la saga de La torre oscura de King. Espero leer, sí, y también escribir, que es la propuesta de cada año. Esperemos entonces.