Apenas llegó a su casa se encerró en su cuarto y sacó del bolsillo izquierdo de su pantalón la preuba de embarazo que su novia había comprado en la droguería y que, encerrada en completo silencio dentro del baño, se había hecho. Por fortuna para ella el resultado era negativo. Él tomó un papel en blanco, escribió el nombre de su novia y el día y la hora en que ella hizo la prueba. Tomó una pequeña bolsa plástica y dentró guardó el papel con la prueba y la selló.
De debajo de su cama tomó una vieja y empolvada caja de zapatos, la abrió y dentro depositó la bolsa junto con otras, más pruebas de embarazo con el mismo resultado, negativo, pertenecientes a anteriores exnovias, otras mujeres. Pronto la caja de zapatos se llenaría y tendría que encontrar otra. Quería saber cuántas resultados negativos encontraría antes de demostrarle a la vida, demostrarse a sí mismo, que él no era esteril.