miércoles, 18 de enero de 2017

2016 en libros

Imagen tomada de aquí

Es casi pecado que vayan ya casi 20 días de haber iniciado el 2017 y apenas venir a hacer un balance del año pasado. Es feo. Casi de mala educación. Se acostumbra a leer los balances y este tipo de cosas a finales o primerísimos días del nuevo año, es decir, que para esta fecha, dos semanas después, como que no cuadra.

Pero dado que mi balance del año no es estrictamente un balance, sino un repaso por los libros que leí durante la vigencia inmediatamente anterior me permito esa licencia, seleccionando de todas las 50 cosas que leí a lo largo del año (cuenta que llevo gracias al uso de goodreads), aquello que creo merece ser mencionado.

¿Qué libros leí?

El Principito. Varios años atrás leí este libro y decidí volver a leerlo porque encontré una edición bilingüe (español - francés). Recuerdo muy bien que iba en el transporte masivo, pensando en cierto alguien de ese cierto momento y empecé a leerlo.

Seconds: una obra de Bryan Lee O'Malley, autor de Scott Pilgrim. Este es un cómic sobre una chef que busca abrir un nuevo restaurante y en el proceso se encuentra con un espíritu que le da la posibilidad de corregir los errores del pasado. Una lectura por demás hermosa.

El escultor: Este cómic de Scott McCloud fue el desencadenante de una serie de sucesos que luego, en algún momento, me sentaré a narrar. Gracias a él sucedieron cosas, indirectamente. Una obra sobre la búsqueda de la perfección profesional, el amor, la vida, cómo asumimos las cosas. Eso.

Cantar de lejanía: Una antología de Juan Manuel Roca que encontré y leí porque una mujer, amante de la poesía y de las cartas escritas a mano, me lo recomendó como autor, como poeta. Una poesía quizás comprometida con el contexto histórico, con el conflicto armado, que deja ver, en las sutilezas del lenguaje, ese país que habitamos. Que gran acierto fue encontrar a Roca este año.

Seda: un clásico de Alessandro Baricco, uno de los grandes pendientes que tenía desde mi paso por la universidad, una bella historia de amor. Sutil y triste, sí.

Lo que no tiene nombre (Piedad Bonnett): Tuve la oportunidad de conocer a Bonnett en un conversatorio que organizaron acá, gracias al cual pude acercarme a esta obra con la que tenía resistencia. Es sobre el duelo y la ausencia, sobre cómo construimos la imagen de ese ser amado que falta.

Tokio Blues: otro pendiente. Todos los que son buenos lectores me decían que este es el libro que debía leer de Murakami. Y sí. Muy lindo. 

Mi padre y otros accidentes (Paola Guevara): de una sinceridad narrativa impresionante, un excelente ejercicio que ejemplifica cómo narrativizar la vida y las experiencias personales, de cómo dejar salir el dolor por medio de la literatura.

El Macanudo Universal 2: es Liniers, sus tiras son hermosas.

Achiote (Alberto Montt): un regalo que llegó desde Argentina, así, inesperado, algo que no me imaginaba, cuando solo pensaba que vendrían alfajores o un vino, un regalo de esos que apuntan directo al corazón.

Sí, muchos cómics. Tal vez se me escapan varios que deberían estar en esta lista. Sí, tal vez las descripciones son algo escuetas. Pero a eso vinimos al mundo, a reflexionar y debatir. La lista completa en mi perfil de goodreads, en la sección de leídos. Por todo lo demás, lo vivido, lo viajado, lo leído, lo besado, lo disfrutado, salud.

martes, 3 de enero de 2017

Un hombre. Una mesa.




Un hombre. Una mesa. Un café lleno de gente. Varios minutos. La puerta. Una mujer. Un saludo. Una invitación, un rechazo. Algo de nostalgia por dentro. Una excusa, una disculpa, un adiós para siempre. La misma mujer, la puerta, un silencio, el mismo hombre, un par de lágrimas.