martes, 17 de octubre de 2017

Historias de seres anónimos III

La foto es de aquí

Las relaciones humanas son complejas. Bastante. Pensemos en dos seres, un hombre y una mujer. Son afines, podría decirse que se gustan, son compatibles. Esto bastaría para crear una historia de amor y romance muy sencilla: se conocen, salen, disfrutan de la vida, se conectan, discuten, se distancian. Feliz, feliz final o se alejan en definitiva. Pero no, no es el caso de estos dos seres.

Por un lado, digamos, las cosas no son tan sencillas: ella tiene novio, parece amarlo, parecen llevarse bien. Los fines de semana se quedan juntos, parecen uno de esos matrimonios de gente joven, que asumen la vida poco a poco, como se vaya presentando.

Y nuestro hombre... parece estar cómodo en su mundo de soltería. No porque viva en un mundo de desenfreno, en una debacle de lujuria y pasiones exacerbadas. Al contrario, su mundo parece muy calmado así, sin los afanes de una relación, de alguien demandando atención, y aunque asume que su posición es algo egoísta, así es el momento de la vida en que se encuentra.

La cuestión es que esta mujer le atrae. Es linda, es buena lectora y puede pasarse conversando con ella gran parte del día. Eso le encanta en una mujer: que pueda estar con ella sin que sienta el andar del reloj. Ese olvido del tiempo, del espacio, del mundo exterior, tan sólo ambos compartiendo por instantes este paso por la vida, es clave para él.

Ese otro que existe en la vida de ella es una sombra, una presencia que está ahí, en medio de los dos, los observa (sin saberlo) e impide que ellos, el hombre y la mujer que protagonizan este relato, den el siguiente paso, el que todos esperan se dé cuando un hombre y una mujer cualesquiera se atraen.

Ambos salen, comparten un instante de café, risas, libros, películas para ver en un momento determinado y anécdotas, de esas que suelen abundar cuando los seres humanos no se han privado de vivir, sí, como debe ser.

Y la despedida, decirse adiós con un beso en la mejilla cuando en el fondo lo que anhelan es un beso intenso, comerse los labios, abrazarse, abrasarse. La despedida es ese momento que los regresa al mundo, al aquí y ahora, para recordar que no pueden tenerse, que las circunstancias actuales los obligan a ser tan sólo amigos.

¿Y por qué ella no deja a su novio? Por el cariño de lo construido a lo largo de los años, los momentos, la sensación de bienestar, lo conoce y a pesar de que el amor no arde con la misma intensidad, no se traiciona de buenas a primeras lo que es querido.

¿Y por qué no tienen un romance a escondidas? Por que tienen miedo a que los descubran, a enamorarse, a comprometerse. Incluso, a perder la amistad que tienen.

Así están, sintiendo que les falta un poquito de todo cuando se despiden, sintiendo que ya nada es necesario cuando están cerca. Él con su miedo al compromiso piensa en ella. Ella piensa en esos dos hombres y no sabe qué hacer.

Las relaciones humanas son, de lejos, bastante complejas.

domingo, 15 de octubre de 2017

Historias de seres anónimos II



Un hombre está tranquilo en su apartamento. Escucha música, de ese tipo que invita precisamente a la calma. Este hombre tiene cerca de 40 años, no es lo que se dice alguien atlético, pero al menos no está pasado de kilos. Su pelo está pintado de algunas canas, que no son pocas, pero no interesa saber con exactitud cuántas, solo que nos baste con saber eso.

Nuestro hombre en cuestión está recostado en la cama, escuchando música. Y suena el timbre.

Acaba de llegar la mujer con la que está saliendo, aunque sea más apropiado decir que ella tiene una aventura con él. Ambos trabajan juntos, ella es la asistente administrativa de la oficina, tiene 22 años y tiene novio. Por eso prefieren evitar las demostración de afecto en público. Nada de sonrisitas coquetas ni miradas furtivas, nada de celos ni comportamientos que los pongan en evidencia ante los demás. Es preferible que crean que se llevan muy bien a que anden circulando voces, habladurías, chismes. Es mejor evitar.

Se acuestan, se besan, dan vueltas en la cama, se acarician. Los amantes no tienen un orden para el deseo, se dejan llevar por lo más básico y primario de sus instintos. Se buscan, se anhelan. Tal es el ardor de la llama de lo prohibido, arde con fuerza porque teme el momento de su extinción.

Una vez saciada su necesidad, los besos, caricias y jugueteo, se quedan recostados uno al lado del otro, en ese silencio cómplice del deseo mutuo.

- Tengo la ligera impresión de que le gusto a Víctor.
- ¿Por qué dices eso?
- Es que a veces siento que me mira diferente, como me dice las cosas...
- ¿Tú crees?
- Además... a veces tiene detalles conmigo.
- La secretaria también tiene detalles conmigo y eso no quiere decir que ella esté interesada en mí.
- No es eso en sí. Es cómo lo hace, a eso me refiero.
- ¿Y cuál es el problema con todo eso?
- Pues que no quiero tenerlo encima mío todo el tiempo, rondándome, hablándome, invitándome a salir.
- ¿Y? ¿Acaso es mucho problema evitarlo, decirle que no, dejarle las cosas en claro?
- Eso no es problema, es que...
- ¿Qué?
- Pues que me da la impresión que al rechazarlo va a insistir más y más y capaz al final se dé cuenta de esto entre vos y yo.

Nuestro hombre antes de que la joven siga exponiendo su lista de temores, antes de que el miedo se apodere de ella la besa para espantarle las nubes. Se quita la camisa y le dice, así, entre besos, con el arrebato de las manos que recorren la piel, que no piense en eso, nada va a pasar, para eso son precavidos y cautelosos, ya verían, nada malo iba a suceder. Con frecuencia Dios protege a los pecadores.

martes, 10 de octubre de 2017

Historias de seres anónimos I

La imagen es de acá

Digamos dos seres humanos, un hombre, una mujer, que tienen en común que son lectores desaforados. Se conocen de forma circunstancial, tal vez en algún comentario en un foro, por el tipo de contenido en alguna red social, algo de ese tipo. Lo importante es establecer que así fue el primer contacto que ambos tuvieron: virtual.

Mensaje va, mensaje viene. Todo parecía indicar que eran muy afines por que es fácil hablar de libros, es lindo encontrar a alguien que también sienta fascinación por las letras. Tal vez en el fondo ambos son un par de personas solitarias que se refugian en los libros por que no encuentran su lugar en este planeta o este es un sitio estremecedor y complejo. No sabemos a ciencia cierta la causa, la razón para que se lleven tan bien.

Llegó el día en que decidieron salir y tomar un café, para pasar del contacto virtual al físico. Sí, lo normal en estos casos: ansiedad, algo de susto, algo de nervios. Ella no sabía qué ponerse, él no sabía qué decir. La cuestión es que se encontraron y... no, no hubo chispa, esa chispa que tenían tanto. La conversación no fluyó, los silencios fueron más que incómodos, desesperantes. Al final se despidieron con una desazón y una angustia atravesada en la espina dorsal. 

De vez en cuando se saludan y se preguntan un par de cosas, por mera cortesía. Nada de romance, libros o cosas de esas.

viernes, 28 de julio de 2017

Cicatriz



"¿Por qué quiere la familia a toda costa que cicatricen las heridas? Una tiene derecho a no reponerse de una pena amorosa".

En La biblioteca de los libros rechazados, David Foenkinos.

miércoles, 18 de enero de 2017

2016 en libros

Imagen tomada de aquí

Es casi pecado que vayan ya casi 20 días de haber iniciado el 2017 y apenas venir a hacer un balance del año pasado. Es feo. Casi de mala educación. Se acostumbra a leer los balances y este tipo de cosas a finales o primerísimos días del nuevo año, es decir, que para esta fecha, dos semanas después, como que no cuadra.

Pero dado que mi balance del año no es estrictamente un balance, sino un repaso por los libros que leí durante la vigencia inmediatamente anterior me permito esa licencia, seleccionando de todas las 50 cosas que leí a lo largo del año (cuenta que llevo gracias al uso de goodreads), aquello que creo merece ser mencionado.

¿Qué libros leí?

El Principito. Varios años atrás leí este libro y decidí volver a leerlo porque encontré una edición bilingüe (español - francés). Recuerdo muy bien que iba en el transporte masivo, pensando en cierto alguien de ese cierto momento y empecé a leerlo.

Seconds: una obra de Bryan Lee O'Malley, autor de Scott Pilgrim. Este es un cómic sobre una chef que busca abrir un nuevo restaurante y en el proceso se encuentra con un espíritu que le da la posibilidad de corregir los errores del pasado. Una lectura por demás hermosa.

El escultor: Este cómic de Scott McCloud fue el desencadenante de una serie de sucesos que luego, en algún momento, me sentaré a narrar. Gracias a él sucedieron cosas, indirectamente. Una obra sobre la búsqueda de la perfección profesional, el amor, la vida, cómo asumimos las cosas. Eso.

Cantar de lejanía: Una antología de Juan Manuel Roca que encontré y leí porque una mujer, amante de la poesía y de las cartas escritas a mano, me lo recomendó como autor, como poeta. Una poesía quizás comprometida con el contexto histórico, con el conflicto armado, que deja ver, en las sutilezas del lenguaje, ese país que habitamos. Que gran acierto fue encontrar a Roca este año.

Seda: un clásico de Alessandro Baricco, uno de los grandes pendientes que tenía desde mi paso por la universidad, una bella historia de amor. Sutil y triste, sí.

Lo que no tiene nombre (Piedad Bonnett): Tuve la oportunidad de conocer a Bonnett en un conversatorio que organizaron acá, gracias al cual pude acercarme a esta obra con la que tenía resistencia. Es sobre el duelo y la ausencia, sobre cómo construimos la imagen de ese ser amado que falta.

Tokio Blues: otro pendiente. Todos los que son buenos lectores me decían que este es el libro que debía leer de Murakami. Y sí. Muy lindo. 

Mi padre y otros accidentes (Paola Guevara): de una sinceridad narrativa impresionante, un excelente ejercicio que ejemplifica cómo narrativizar la vida y las experiencias personales, de cómo dejar salir el dolor por medio de la literatura.

El Macanudo Universal 2: es Liniers, sus tiras son hermosas.

Achiote (Alberto Montt): un regalo que llegó desde Argentina, así, inesperado, algo que no me imaginaba, cuando solo pensaba que vendrían alfajores o un vino, un regalo de esos que apuntan directo al corazón.

Sí, muchos cómics. Tal vez se me escapan varios que deberían estar en esta lista. Sí, tal vez las descripciones son algo escuetas. Pero a eso vinimos al mundo, a reflexionar y debatir. La lista completa en mi perfil de goodreads, en la sección de leídos. Por todo lo demás, lo vivido, lo viajado, lo leído, lo besado, lo disfrutado, salud.

martes, 3 de enero de 2017

Un hombre. Una mesa.




Un hombre. Una mesa. Un café lleno de gente. Varios minutos. La puerta. Una mujer. Un saludo. Una invitación, un rechazo. Algo de nostalgia por dentro. Una excusa, una disculpa, un adiós para siempre. La misma mujer, la puerta, un silencio, el mismo hombre, un par de lágrimas.