jueves, 15 de noviembre de 2012

A manera de manifiesto

Sonreír. Sonreír siempre. Así el cielo se torne turbio y las circunstancias no se den. Así las tres cachetadas diarias de realidad duelan. Así la rutina trate de oxidar los engranajes de los labios. Incluso sonreír sin que nadie lo note, sonreír, y que esa sonrisa interna lo llene todo.

En defensa del niño interior

 
La rutina. La rutina parece ser el enemigo de cada ser humano. Dedicarse a hacer lo mismo, en un ciclo repetitivo, día tras día, semana tras semana, nos vuelve más opacos y hace que perdamos la capacidad de asombrarnos de las cosas sencillas de la vida.De eso hablo cuando me refiero a no perder mi niño interior.

¿Recuerdan cuando de niños muchas cosas nos parecían magníficas? ¿Recuerdan cómo disfrutábamos de los pequeños placeres de la vida? Un helado, jugar con el viento, acostarse a leer un libro, disfrutar de un abrazo: delicias de la niñez.

Vale la pena recordar esas cosas que a cada quien le dan gusto. En mi caso leer un cómic y emocionarse porque Superman o Los X-Men se están dando duro contra el villano de turno, poder disfrutar de una tarde de videojuegos, leer bastante y también maravillarse al ver un colibrí o una de las tantas ardillas en el campus de la universidad son cosas que alimentan a mi niño interior, un niño que no quiero que desaparezca de mí. 

¿Cuándo fue la última vez que disfrutaron de una guerra de almohadas?


martes, 6 de noviembre de 2012

Let the skyfall

Alerta: Antes de leer sepa que, si usted no ha visto "007: Operación Skyfall", la más reciente película de James Bond, la siguiente nota está llena de spoilers


No sé por donde empezar. Quienes me conocen saben que me gustan mucho las películas de espías y quienes me han leído saben que en especial me gustan las películas de James Bond. Así que, en ese orden de ideas, siento que Skyfall (o Operación Skyfall como llegó a salas de cine en Colombia) es una de las mejores películas del agente 007 de los últimos tiempos. Es el mejor homenaje que puede recibir el personaje en sus 50 años.

Las películas de James Bond se han caracterizado por el seguimiento de una estructura y de unos códigos fácilmente identificables por el espectador, algunos de los cuales con el "reboot" de la saga se perdieron o se dilucidaron. Con la llegada de Daniel Craig ya no hubo más "vodka martini, mezclado no revuelto", ni Q, ni Moneypenny... Hasta ahora. Cincuenta años son cincuenta años y esta fue la oportunidad para retomar todos esos elementos y revitalizarlos, replantearlos.

Ya lo decía Bond, hacia el final de la película, cuando menciona que se volverán a hacer las cosas como antes, metáfora para explicar que volvemos a ese lenguaje al que estábamos acostumbrados.

En Skyfall se retoma el villano característico de estas películas, un hombre particular, con ciertos defectos corporales que evidencian la encarnación del mal. Tenemos de regreso a Q, el encargado de dotar de armas y gadgets al espía, pero esta vez encarnado en la figura de un joven que parece ser un maestro en tecnología y códigos de programación. Tenemos de regreso esa tensión sexual latente entre Moneypenny y Bond, ya que al final descubrimos que Eve, la agente que desde el inicio de la aventura ha acompañado a nuestro héroe, se convertirá al final en la secretaria del nuevo jefe del MI:6, elemento que también se retoma. Ya no tendremos más a Judy Dench ni a las avanzadas oficinas de la agencia, se retoma el frío M con el que el Bond guarda cierta distancia. Y sí, si se pillan el guiño, si hay vodka martini, mezclado, no revuelto.

Como parte de ese homenaje al personaje, nos regalan además detalles de su pasado, que algunos seguidores ya conocían pero que era necesario recordar, pasado que queda reducido a cenizas.

Sí, se nota que me gocé bastante Skyfall.