Cuando se mete en una relación de pareja con alguien que es completamente diferente a lo que uno es se hace necesaria, cierta "educación", "sensibilización" para que, si bien no se mueva como un pez en el agua en tu mundo, al menos sepa de qué va. Y aunque uno no lo crea, es un proceso que se va dando de a poco, y en ambas vías.
Todo empezó porque hace poco, esta semana para ser más exactos, cuando salió la noticia de que Kim Kardashian iniciaba un proceso de divorcio (cuando 72 días atrás se había casado, en una boda ostentosa). Alguien preguntó que quién diablos era la tal Kim Kardashian... y bueno, respondí diciendo que era la hija del que había sido el abogado de O.J. Simpson, amiga de Paris Hilton, que había asesorado en imagen a algunas personalidades del jet set, que tenía su propio video porno, y su familia tenía varios realities en E!, entre otras cosas. De no estar con AnaB, de no haberme metido con ella dos años atrás, quizás el que preguntaba quién diablos es Kim Kardashian sería yo.
AnaB también ha pasado por ese proceso. Antes no tenía no seguía de a mucho a The Big Bang Theory, Two and a Half Men. O no se animaba a jugar wii. Capaz que la AnaB de hace dos años, antes de mí, no cogería hoy una Nintendo 3ds, iniciaría partida y comenzaría a jugar Zelda: Ocarina of Time, como lo hizo ayer.
Capaz que en ese proceso de estar juntos, las cosas y los pequeños detalles se van sincronizando, y sí, así se va construyendo esa entidad que uno pero son dos.
