Podrán decir que soy antipatico, amargado y hasta incluso, odioso. Pero si hay algo que detesto de las fiestas y celebraciones de fin de año es la hipocresia que demuestra la gente en los primeros segundos de año nuevo.
Sí, me molesta que venga esa vecina que durante los meses anteriores estuvo pendiente de todo lo que uno hacía, de donde venía, a qué hora llegaba, quién lo visitaba a uno y que luego, en esa especie de blog (para ir entrando en onda) popular que es el chisme, lo contaba todo con pelos y señales añadiendo detalles de más.
Me molesta que venga ese vecino que nunca me saludó en todo el año, que nunca pudo ser amable y que esa madrugada del 1 de enero viene sonriente a desearte éxitos en tu vida, a darte un abrazo y a brindarte una copa de su aguardiente.
La noche del 31 de diciembre es la única fecha del año donde se está permitido ser hipocrita. Ahora sí pueden decirme amargado porque sólo acostumbro a desearle éxitos y bienestar a la gente que estimo, que quiero y llevo en mi corazón. A los demás, a esos que en el todo año se creyeron de mejor estrato que yo, esos se pueden quedar en la inmunda, en la inopia.
Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir... y al fin andar sin pensamiento... perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor que se escaparon con el viento... después ¿Qué importa el después?
viernes, 28 de diciembre de 2007
A manera de introducción
Bueno, ya llegó la hora de ponerse a hacer algo en esta vida, de tener algo en que ocuparme, algo en donde opinar y pensar y escribir y bueno, todo eso. La idea o mejor dicho, lo que encontrarán en este blog son cosas que pienso, cuentos, opiniones, vainas y detallitos varios. Si les gusta bien, si no... ojala siempre que alguien lea algo deje un comentario... y sin más preambulos...
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