martes, 16 de junio de 2009

"Te quiero"


Pocas veces creo cuando una persona me dice: “te quiero”. Cualquiera puede decir esas dos palabras, lanzarlas al aire como se lanzan un par de dados buscando robarle un buen resultado al azar. Creo más fácil en los te quiero que no se dicen, que no se enuncian, esos que de manera callada se expresan; que sabiendo interpretar los signos de la forma como un cazador interpreta las huellas de un animal, o de la forma en que Sherlock Holmes resuelve un caso, cuando esos pequeños actos revelan grandes detalles de la personalidad como en un lapsus froidiano.

Creo en esos “te quiero” cuando se dicen en una leve demostración de celos; cuando te llaman tarde en la noche y sientes que el motivo principal era oír tu voz; cuando das un abrazo y alcanzas a ver la más tierna de todas las sonrisas, y muchos otros pequeños detalles que lo evidencian. Es muy fácil decir “te quiero”. Algunos lo van soltando como quien canta cualquier canción en la radio, como un rezo que se hace sin sentido antes de comer. Es muy fácil decir “te quiero”, pero es más complicado demostrarlo. Por eso, esas dos palabras deben venir acompañadas con argumentos no verbales.

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