"No le gustaba estar en compañía. Pero sufría con la soledad. Así, para evitar la presencia de las personas, siempre más ruidosas e imprevisibles, de lo que podía soportar, y huyendo a la vez de la hueca inmensidad de las salas y salones, aquel príncipe había hecho pintar en las paredes de su palacio, escenas llenas de personajes, y con ellas se acompañaba"
en Por una mirada de Marina Colasanti.
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