sábado, 27 de febrero de 2010

Hambre Electoral


Tengo hambre... de esas que le dan al pueblo colombiano cuando se prepara para las justas electorales, tengo hambre de lechona, tamal, arroz con pollo o cualquiera de esas delicias que sirven acompañadas de publicidad del candidato al senado, cámara de representantes, congreso, o sea lo que sea que se vaya a elegir, como si fuera la lechuga que se pone como decoración cuando se sirve una ensalada. Además de esos suculentos platillos, me dan también deseos de acompañarlos con una buena ración de aguardiente, el acompañante por naturaleza de la comida por esta temporada; así como un vino blanco acompaña a una buena ración de pescado, el aguardiente acompaña a la lechona electoral.

Sería bueno encontrar a un candidato a lo que sea que se dedicara a hacer campaña sólo con sus ideas, sin apoyarse en que pertenece al partido político del presidente (han de estar muy tristes por aquello de la inexequibilidad del referendo reeleccionista, Bazzinga!), ni que prometieran cambios que de verdad solamente son posibles en estos terruños del Sagrado Corazón si alguien toma el computador celestial y presiona Ctrl + Alt + Supr sobre nosotros. ¿No sería mejor no andar prometiendo el cielo, la luna y las estrellas como un enamorado preadolescente? Es que eso de andar jugando con el hambre del electorado, el constituyente primario, ir prometiéndole trabajo y empleo, o ir regalando cuadernos, lápices y borradores... no, eso no.

Y bueno, así sin más, sólo quería decir eso sin generar ninguna reflexión. Me voy, hoy tengo varias reuniones con candidatos cerca de mi casa, en una van a dar lechona, en otra van a repartir licor (aunque no debería tomar por mi gastritis), y otro va a regalar gafas para los que tenemos problemas de visión. Incluso uno quedó de ayudarle a un vecino a sacar la libreta militar. Amanecerá y veremos. Al parecer, la falta de ideas concretas y propuestas sólidas es suplida por un plato de comida. Panem et circenses.

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