martes, 10 de febrero de 2015

Y dale alegría a mi corazón

Sí, el cuento de hoy está inspirado en esta canción.



Era bonito sentir que compartía universo con alguien, que compartía aficiones y gustos con un hombre determinado en la vida, que ese alguien en particular estaba en un punto de esa misma ciudad, que pensaba en ella, que le embriagaba las noches, le motivaba los días.

Y es que fue en menos de tres meses que este hombre le cambió la perspectiva. Apareció una noche de repente, con la vida hecha trizas y ella decidió tenderle la mano. Una sonrisa, una cerveza, un amanecer juntos, tan solo eso bastó para que todo cambiara. 

Sí, fue bonito. Sobre todo cuando él dejó de aparecer en sus noches, cuando de repente, sin explicación alguna, su voz y sus palabras no acompañaron sus minutos y se quedó a la deriva.

Tiempo después, sin buscarlo, volvieron a verse. Él estaba como siempre, radiante, había compuesto su vida y ella decidió no preguntar nada, dejar que el universo por si mismo le explicara qué había sucedido. Entonces entendió que él había sido un cometa, una estrella fugaz, que había sido necesario, que tenía que aprender, soltar sus ataduras y ella misma seguir su propio camino. En esa ocasión él fue quien le ayudó a ella a remendar los retazos de su vida. Fue bonito reconciliarse con el pasado... y entender que existen miles y misteriosas formas de darle alegría a un corazón.

1 comentario:

AV dijo...

El corazón es una entidad que no entiende de misterios ni de motivos, solo de amor.
Bonita historia.