martes, 22 de junio de 2010

Adiós Vaquero

Llevaba mucho tiempo esperando que saliera "Toy Story 3", película con la que Disney Pixar clausura su"saga" sobre la vida de un grupo de juguetes, encabezados por Woody, el vaquero, y Buzz Ligthyear, el vigilante espacial. Y, humildemente, en la opinión de este pobre mortal que habita la faz de la tierra, es quizás la mejor de la trilogía.

Andy, el ya joven dueño de los juguetes, se prepara para ir a la universidad y no sabe si donar sus juguetes o botarlos, lo piensa un poco, toma una bolsa y los mete a todos (excepto a Woody, a quien llevará a la universidad) y se dispone a guardarlos en el ático. Hasta ahí normal. Pero esta película no tendría sentido si no pasara algo... la madre de Andy cree que los va a botar a la basura. Woody se las ingenia para rescatarlos del camión de la basura y sus amigos, creyendo que Andy había elegido enviarlos a la basura, deciden meterse en una caja que iban a llevar a la guardería. El resto lo pueden saber en las salas de cine (3D o no, la película se disfruta igual) o con su dealer de películas piratas.

Como todo que tenga la palabrita Disney puesto en cualquier parte es muy entretenido, gracioso, y se nota que no escatimaron un sólo dolar para realizarla pues los personajes están llenos de muchas texturas y detalles. Y, tengo que decirlo, es nostálgica.

Cuando veía TS3 recordé algo de mí. Algo que tal vez nadie de los que me conoce sabe: aún guardo algunos de mis juguetes de mi ya lejana infancia. En el cuarto de los trebejos y cachivaches de toda familia colombiana tengo guardados, dentro de un tarro metálico, los que fueron mis juguetes principales y que muchos de los niños de mi generación tuvieron: muñecos de yupis. Para los que no saben (o bien porque nacieron luego o porque viven en otras tierras y ni idea) en unos snack que acá se conocen como Yupis salieron hace muchos años muñecos de diferentes programas: los había del Chavo del 8, Tom y Jerry, personajes Disney, Superman, Batman, He-man, Los Magníficos, entre otros, y que luego me encargue de juntar con otros muñecos como los de Looney Toones y Los Picapiedra, que salieron luego.

Han sobrevivido al paso de los años, a las extenuantes jornadas hogareñas de limpieza donde la familia está dispuesta hasta a deshacerse hasta del nido de la perra. Y me niego aún a botarlos. Suficiente tuve con deshacerme de mis carritos, trenes y demás juguetes. Son reliquias de mi infancia y como toda reliquia personal, la guardo celosamente. Por eso, al contrario de Andy, yo decidí quedarme con mis juguetes; terminé la universidad hace 2 años y aún los conservo, con la esperanza de seguirlos conservando, hasta que llegue algún futuro hijo mío y decida hacerlos sus juguetes también.

Dato curioso de la película: en el momento en que Woody está en una computadora revisando Google Maps  se puede apreciar un peluche de Totoro, personaje del Estudio Ghibli del anime "Mi vecino Totoro" de 1988.

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