viernes, 20 de agosto de 2010

People of a certain age


No se a qué edad exactamente se puede decir que los seres humanos comenzamos a envejecer, si consideramos que desde nuestro nacimiento la vida es un camino directo al envejecimiento, la vida a pasos de tortuga nos va cambiando y no nos damos cuenta.

De repente, son cada vez más frecuentes las invitaciones a tomar un café con tus amigos, y cada vez menos frecuentes las cervezas para cuando se tiene sed. Se vuelve habitual en una conversación (bien sea por celular o por msn) la frasecita "¿Y ese milagro?" o su variante "Hace tiempo que no nos vemos", una promesa de encuentro que inicia con "tenemos que hacer algo en estos días", "vea, no se pierda tanto" o similares.

Antes en las discotecas o bares la batería nos duraba bastante, en algunos casos hasta más allá de las 5 am. Y ahora, entre la 1 am y las 2 am el cuerpo comienza a apagar los órganos, uno a uno, como las máquinas de una fábrica que termina su jornada de trabajo. En ese punto nuestra cama, o en su defecto cualquier colchón cómodo se vuelve el mejor lugar del mundo. Y mientras bailas, hablas o simplemente pasas el rato piensas que fue un día largo, que toda la semana estuviste trabajando como mula y que te duelen los pies. O simple y llanamente te maluquias antes de hora, antes de lo acostumbrado.

Comienzas a cuidar tu alimentación y en tu cuarto son cada vez más frecuentes los productos para evitar la caída del cabello, humectar la piel, evitar las arrugas, remedios para la migraña, pastas para la gastritis. Antes te comías una hamburguesa bien gruesa y quedabas bien, ahora es toda una odisea hacerlo. Cada vez hay más cabello en el suelo y no en donde debería estar. Cada vez sitúas más lejos una revista para leerla, llegará el punto donde la mirada genital (situar el objeto a la altura de éstos) sea necesaria para leer cualquier cosa.

De a poco te vas enfrentando a la muerte, se van tus familiares, se mueren tus ídolos y un día te sorprendes en la misa de aniversario de un amigo del colegio. Los recuerdos son más difusos, el calor se hace más insoportable y nos vamos llenando de achaques, resagos y cicatrices producto de las cirugías y enfermedades que padecemos...

Y la frase para comentar cualquiera de estas situaciones es "yo ya no estoy para estos trotes". En ese punto ya podes considerarte más de allá que de acá. Pilas con la caja de dientes, el bastón y las bifocales.

2 comentarios:

Angélica dijo...

Muy buena descripción del proceso que sigue nuestro envejecimiento. Para allá vamos

Juan Vásquez dijo...

Yo me dí cuenta que empecé a envejecer porque no fui capaz de comerme una chocolatina jumbo entera y los vasos de leche los bajé a la mitad (para que no me cayeran pesado)