jueves, 4 de julio de 2013

Escribir es un placer



"No, escribir es el placer. El placer de ofrecer. El don de uno mismo... Que me dure la alegría."

Las anteriores son las últimas líneas de "Escritor en la sombra" de Orlando de Rudder, un libro con ensayos relacionados con el oficio de "escritor negro", alguien que presta su voz o su pluma para escribir un libro pero que otro publicará con su nombre, es decir, un escritor en la sombra.

No, no soy un escritor en la sombra. Por ahora, al menos no lo he sido.

Uso esa línea como pretexto para hablar del goce de escribir y de leer, dos actividades que para mí van ligadas, una de la otra, de una forma simbiótica. Escribir implica dar salida a esas historias que están en constante pugna por salir del interior, leer implica contaminarse, dejarse contagiar, inspirarse, alimentar a las musas propias.

Pasar toda una tarde leyendo o escribiendo llega a ser uno de los actos más placenteros entonces. Y si me ven leyendo o escribiendo no piensen que estoy aburrido, que no me quedó de otra, por el contrario, leo y escribo para espantar el tedio, porque fue y será siempre mi primera opción. Si leo y escribo cuando estoy a su lado es porque me siento con la total libertad a su lado de disfrutar de uno de mis placeres.

Aprendí que una pareja que lee junta tiene más de qué hablar...

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