jueves, 4 de agosto de 2016

No hubo palabras



Alguna vez un amigo me dijo que, ante un momento aciago en la vida, uno de esos instantes en que el cielo es nublado, que los ánimos están turbios, las personas no necesitaban palabras, que las palabras no podían tal vez expresar nada. Así, en ese estado, no servían las palabras. Que a veces las palabras solo necesitaban la compañía, tal vez silenciosa de nosotros, estar ahí. Que ese silencio sería más conveniente y acompañador que cualquier otra cosa.

Y llegó ese momento en que no pude decirle nada a mi amigo. Sabía que nada de lo que expresara tendría sentido o aliviaría su pena. Solo pude abrazarlo y decirle que lo quería. Solo eso. Nada más.

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