martes, 23 de agosto de 2016

Relajar el pony



El mundo es, a veces, ocasionalmente, un lugar despiadado, frío, duro y cruel. Y no te queda mucho tiempo para hacer las putas cosas que querés hacer. Y se te llena la cabeza de preocupaciones, de ideas, de todo lo que tenés que hacer mañana y pasado y la otra semana y todo lo que se viene encima. Y nada.

Quisiera decirte que todo tiene solución, pero no me gusta mentirle a la gente. Deberías relajarte. Vivir el maldito ahora y mandar para la mierda todo lo que tenés pendiente, al menos una noche, quedarte en silencio, respirar y disfrutar del silencio y la compañía. Relajar el pony. Ver la película que tenés en frente, reírte, comer crispetas, volver a reírte, reírte si te vuelven a dar ganas. Las ocupaciones van a seguir ahí, esperándote igual. Relajar el pony. Viajar por la noche, la ciudad. Ir en el transporte público, por fortuna sentado, y oír algo de Soda y Cerati. La ciudad de la furia. Sonreír. Relajar el pony. Sonreír.

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