miércoles, 22 de mayo de 2013

Cómics: no solo cosas de niños




Para una persona como yo, que le gustan los cómics y el manga –término para referirse al cómic japonés-, es común encontrar otras personas que se refieren a su gusto como “una cosa para niños”, algo exclusivo para el goce y disfrute del público infantil.

Me pasó en varias ocasiones. Cuando estaba en la etapa de conquista, cuando mencionaba que dentro de mis gustos estaba el cómic, el manga y el anime, los superhéroes, las novelas gráficas, entre otras cosas, la susodicha de turno –de modo casi que imperceptible- hacía un gesto de desaprobación, como si yo fuera un hombre inmaduro porque me gustan cosas que no son para alguien de “su” edad. Sí, con ese énfasis en el “su”. Era en ese momento cuando debía tener paciencia para intentar hacerle entender a ella, a la susodicha de turno, que no, no era así, que estaba completamente equivocada.

No tengo una explicación bien argumentada del porqué de esta creencia. Tal vez se deba a que en un inicio las primeras aventuras animadas de personajes como Superman tenían un carácter moralizante, al estilo de una fábula  de Esopo o Samaniego. “El bien siempre triunfa sobre el mal, ser villano no paga”, algo así. O que una gran parte de lo que llega a los canales de televisión se emite en la franja infantil, sin hacer un mayor trabajo de clasificación de los contenidos. “¿Tiene dibujos, héroes que vuelan, robots, monstruos y todo eso? ¡Programa para niños!”. Eso o que simplemente creemos que todo lo que debe gustarle a los adultos debe ser serio.

Sin embargo, estas narraciones se han vuelto más oscuras, más densas y difíciles de seguir; las temáticas no son las mismas, los límites entre el bien y el mal no son tan claros. En el mundo no existe solo el blanco y el negro, entre esos dos colores se da una extensa gama de grises.

“Mafalda” de Quino, “Peanuts” de Charles Schulz o “Calvin y Hobbes” de Bill Watterson son tiras cómicas (pariente lejano del cómic, de pocas viñetas donde se desarrolla un chiste), que a primera vista son para toda la familia. La verdad es que en algunos casos, lejos de presentar una situación graciosa que divierta, la comprensión de su contenido requiere un conocimiento del contexto histórico y político al que hace referencia o tener nociones de filosofía.

En “Muerte de la familia”, la más reciente saga de Batman, el “hombre murciélago” y su equipo se enfrentan a un Joker más sádico, más cercano a un torturador psicológico y físico de películas como Saw (en cualquiera de sus 7 entregas), Hostal o Scream. Esta historia presenta una versión renovada del eterno antagonista de Batman: el Joker se hizo arrancar la piel del rostro (como en aquella película, “Contra cara”, Nicolas Cage, John Travolta…) para luego atársela al cráneo con unas correas de cuero, creando una apariencia desagradable, que da miedo. Tras perseguir a estos héroes, humillarlos y atormentarlos psicológicamente, la saga termina con la muerte del hijo de Batman.

“Death note” es el mejor ejemplo en el mundo del manga (el cómic japonés, con una estética y una orientación de lectura –de derecha a izquierda, atrás para adelante-, diferente del canon occidental). La historia presenta a Light Yagami, un estudiante sobresaliente de preparatoria que encuentra un cuaderno sobrenatural llamado Death Note, con el que puede matar personas si se escriben sus nombres mientras se visualiza mentalmente el rostro de quien se quiere asesinar. Light intenta eliminar a todos los criminales y crear un mundo donde no exista la maldad, pero sus planes serán frustrados por L, un famoso detective privado.

Y si bien, los anteriores ejemplos son una ínfima muestra de cómics (en un término general) que no son para todo público, ni qué decir de obras como Vampirella, de autores como Milo Manara, de publicaciones como Penthouse Comix o géneros como el hentai, más cercanos al mundo de lo erótico.

Es probable que la próxima vez que ande en plan de conquista le pase este artículo a la posible y futura víctima, así me ahorraré horas y horas de explicación, largas explicaciones y ahondar en detalles. Eso sí, jamás me volveré a meter con mujeres aficionadas por el cómic o el manga, discutir con ellas es aún más complicado y la relación es más tortuosa. Tal vez algún día me decida y cuente esa historia.

(Este texto fue presentado dentro de un curso de escritura que estoy tomando, me gustó como quedó y por eso lo comparto en mi espacio)

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