Un buen reportero debe tener de todo un poco: algo de antropólogo cultural, sociólogo, etnógrafo, literato; sin importar si cuenta con aparatos modernos para su quehacer (grabadora digital, tableta) debe saber esperar, tener paciencia, saber leer los pequeños detalles, interpretar los silencios, pero sobre todo, un buen reportero debe ser un distraído.
Un distraído como lo entendía Octavio Paz: alguien que está interesado por el reverso de este mundo, con un estado de lucidez y ensimismamiento, otro modo de estar atento. ¿Y por qué debe ser así? Se requiere ver en lo habitual ese carácter de lo excepcional y lo original, es decir, sentir asombro ante lo cotidiano. La verdad de un hombre no radica en sus secretos (porque en últimas todos los tenemos), no, la verdad de un hombre se delata en el detalle más banal. Esa es la filosofía de trabajo de Julio Villanueva Chang, reportero peruano.
El autor
Julio Villanueva Chang es el director y fundador de la revista “Etiqueta negra”, es autor de “Elogios Criminales”, un libro de perfiles, y de “Mariposas y murciélagos”, una antología de sus crónicas en el diario El Comercio.
El perfil “Through the eyes of a blind mayor”, que escribió sobre el exalcalde de Cali Apolinar Salcedo, fue publicado en el número de la revista The Virginia Quarterly Review que, con la asesoría editorial de Etiqueta Negra, ganó un National Magazine Award en Estados Unidos.
Ha sido expositor en las conferencias de periodismo narrativo de la Nieman Foundation de Harvard, conferencista en la Universidad de Yale, profesor del máster de periodismo de la Universidad de Barcelona-Columbia University y del máster de edición de la Universidad Autónoma de Barcelona, y ha dictado numerosos talleres a editores y reporteros de diarios y revistas en América Latina.
Sus textos han aparecido en El País (el de España), La Nación, Reforma, Gatopardo, SoHo, Esquire Latinoamérica, entre otros.
Una revista para distraídos
Bajo ese lema circula desde el 2002 “Etiqueta negra”, una revista dedicada al periodismo narrativo, a la crónica, al ensayo, al reportaje, al perfil, entre otros géneros cercanos. Cada número aborda un determinado tema desde distintas perspectivas.
Entre los cómplices (como se denomina a los colaboradores: a algunos muchas veces no les pagan) se encuentran Guillermo Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa, Juan Villoro, Jon Lee Anderson, Carlos Monsiváis, Fernando Savater, Joaquín Sabina, Alberto Fuguet, Susan Orlean, entre otros. Esta revista se ha convertido, por su rigor, calidad y originalidad, en un objeto de culto, razón por la cual algunos círculos académicos consideran que ha instaurado una forma de hacer periodismo.
El mundo, una vitrina de valiosos desperdicios
“Para un cronista el mundo es también una vitrina de valiosos desperdicios. El trabajo consiste en escarbar en él y tener la suerte de encontrar dos cosas a las que en apariencia nada una”.
“Creemos más en la naturaleza de las cosas impuras. Nos gustan esas paradojas al estilo David y Goliat [Inka Kola versus Coca-Cola], o a lo Dr. Jekyll y Mr. Hyde [los días fantásticos en Disney versus las noches porno en Disney]. Si casamos a la bella y la bestia, es porque nos aburren los matrimonios normales. A veces se estrellan dos incongruencias y de ambas nace una tercera. 1+1=3. Un traficante de armas sentimental [Sarkis Soghanalian]. Una actriz porno en la política [la Cicciolina]. Un equipo de fútbol que parece un casting de estrellas de cine [el Real Madrid]. Un fotógrafo ciego que ve mejor que un vidente [Paco Grande]. Las historias son sólo otras ventanas para asomarse a ver el mundo. Cada número de la revista es la inauguración de una nueva ventana”.
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