miércoles, 9 de abril de 2014

La mujer perfecta

La imagen es tomada de acá

La mujer perfecta no existe. Así de entrada, todos lo sabemos. Ese dechado de virtudes y cero defectos es el ser mitológico por excelencia.

Cuando hablo, entonces, de una mujer perfecta es porque aún con sus defectos, sus aristas, sus compliques, sus rayes y todo el paquete con que venga, no me importa, porque eso la hace aún más persona.

Sí, por lo general tenemos un prototipo de persona que nos atrae; tenemos un listado de cosas (físicas, espirituales, como sea) que nos interesa encontrar en alguien o que deseamos que ese otro que esté a nuestro lado tenga. Y para no desgastarme esperando a una imposible, a alguien que no existe, reduje mis estándares a una gran cosa: que sea una mujer con una pasión, que sea una apasionada por algo en la vida.

No tiene que compartir mi gusto y mi afición por los cómics o por Bon Jovi o por la literatura (ahora... si la mujer que llegue a futuro viene con ese paquete de opciones, bienvenida), no, eso no me importa. El hecho es que debe tener algo que le guste, que la haga moverse, que haga querer saber más de ese gusto, que la motive a aprender sobre eso.

Es bonito cuando sentís que alguien, desde su diferencia, te complementa, cuando sentís que podés aprender de ella, que expande tu universo.

Y es de eso cuando hablo de una mujer perfecta.


2 comentarios:

AV dijo...

Esto me recuerda mucho a uno de los grandes éxitos de los 90s en la melodiosa voz del joven y poco carismático Eduardo Capetillo, voceado en la inspiración de un joven Ricardo Arjona:

http://youtu.be/jIu0ZRuJckU

Muy asertivo, si aceptamos a la mujer por sus defectos y afectos, sin soñarla, solo amarla.

AV

kayomi dijo...

La sacaste del estadio, malparido.