miércoles, 2 de abril de 2014

Siempre resulta liberador



Siempre resulta liberador dejar salir las palabras que se guardan en el interior, que pelean por salir y ser libres, en el aire, en el papel, en lo virtual.

Siempre resulta liberador atreverse a decir adiós, a dejar ir las cosas y que sigan su suerte, su rumbo, su camino, su destino, lo que sea. Decir adiós y no quedarse con la nostalgia y el dolor y la incertidumbre y lo que pudo haber sido y lo que fue y no fue y todo eso y hasta más. Decir adiós y quedarse con lo bonito, con lo bello y lo poético de la vida.

Siempre resulta liberador abrir las puertas y dejar entrar nuevos aires, nueva gente, nuevos destinos y experiencias, desempolvar las viejas sillas y permitir que los amigos regresen, que se enrede el viento entre los cabellos y las ideas se oxigenen, formar nuevos vínculos, atreverse a romper con la cotidianidad y la rutina (la puta rutina), salir de la zona de confort y aventurarse.

Allá los demás, los que no se atreven, los que quieren oxidarse por dentro.

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